Al blog, blog; y al vino, vino

La típica cuadrilla. La de siempre, genuina, auténtica, de toda la puta vida...
Primero. En la cuadrilla sólo hay hombres. Puede haber y los habrá, grupos de amigas o cosas parecidas y habrá algo mixto, como la cerveza de mahou, que no es ni lo uno ni la otra. Que no sabe a nada.

En la cuadrilla pues, no hay discriminación sexual, porque no hay mujeres. Las novias de los integrantes son aceptadas y mantenidas al margen de la dinámica del grupo, verbigracia, todas las infamias cometidas en el seno protector de la cuadrilla son exclusivamente disfrutadas por la cuadrilla. (Párrafo anti TUENTI de mierda)

En logroño se puede distinguir diferentes tipos de cuadrilla según encaren su peregrinación semanal a través de la Laurel. Es decir, no es lo mismo los que empiezan por la calle San Juan y se bajan un pinchito del Mere (esos tienen hambre) que los que llegan desde la calle Bretón de los Herreros y se piden un crianza en la esquina del jamón (tienen dinero).

Pero yo creo que lo que mejor define a las jóvenes cuadrillas logroñesas es el que a partir de aquí denominaremos: el momento CHAMPIÑÓN. A saber: la elección PARA TODA LA VIDA el bar dónde se degustará la pieza más codiciada de toda la ruta. Unas cuadrillas elegirán los champiñones del Soriano y otras las del Ángel atendiendo siempre a una multiplicidad de factores fundamentales.

Es MUY IMPORTANTE saber que champiñón se adapta mejor a la ideosincrasia de la cuadrilla porque una elección en la dirección equivocada puede hacer que la bien unida se desintegre en virtud de un puntito de sal o de la gambita que colocan encima de los hongos.

Recomendamos pues a los jóvenes logroñeses que hagan como nosotros, que primero vayan a uno y después al otro (nosotros somos de los que tenemos hambre). Y para que su cuadrilla goce de una vida sana y duradera la rieguen cada semana con un buen tinto riojano y se atrevan a hablar con las mujeres.